fue culpa del destino
quien enlazo nuestros caminos
y sin previo aviso
escribió nuestra historia en su libro.
Quizás
bastó solo una mirada, una sonrisa,
una palabra…
para emprender el vuelo
y empezar a soñar despiertos
con tenernos todo el tiempo.
Tal vez
somos víctimas de cupido
de su inocencia de niño,
que con su flecha adiestrada
nos inyectó una sobredosis de
ternura y pasión
haciéndonos perder la razón
y entregar el corazón...
Quizás
sin ningún motivo aparente,
hoy vuelva a salir el sol nuevamente
y con sus rayos de fuego
nos envuelva
en un poema de amor eterno.
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